Hace unos días dediqué la última
de mis entradas a la dulzura, a esas personas sumamente delicadas cuyo
comportamiento se vuelve tan adorable que resulta un privilegio compartir parte
de nuestro camino con ellas.
Ayer leí un artículo muy acertado
sobre este tema. En él su autor definía el cariño como el mejor signo de
respeto hacia los demás; sinónimo de bondad, de amabilidad, de respeto y de
amor. Y defendía que “…tratar con cariño
es tocar con respeto el alma del otro”. No puedo estar más de acuerdo con
sus palabras.
Quizás no resulte entonces lógico
que a diario nos encontremos con comportamientos donde las malas
contestaciones, las faltas de respeto, las impertinencias, exigencias.., definan
la relación entre las personas. Parece como si se nos olvidara con facilidad el
indiscutible valor de tratar amorosamente a los demás y regalarles cada día
nuestra mejor versión; nuestros generosos actos y nuestras más acertadas palabras
de cariño. Como si no fuéramos conscientes que es imposible sentir felicidad
actuando de tan deplorable manera, que ese comportamiento altamente negativo y
egoísta acabará por destruirnos como personas, impidiendo que vivamos una vida
plena y en paz con nosotros mismos.
Tendríamos que tomar conciencia
de que cualquier expresión, por insignificante que nos parezca, constituye un
intento de conexión emocional con el
otro. En una simple pregunta, en un gesto, en una mirada.., hay una intención
de relacionarnos emocionalmente con el otro, y el grado de su respuesta
dependerá en gran medida de la carga de positividad de nuestra intención, de nuestro
grado de empatía y nuestra capacidad para de-mostrarles nuestro interés y
nuestro cariño a través de nuestros gestos.
Es obvio que nuestros intentos de
conexión emocional con los demás serían muchísimo más fructíferos si lográramos
identificar previamente sus necesidades emocionales, aquello que demandan de
nosotros. De esta manera evitaríamos erróneas e infinitas interpretaciones y sobre
todo, que la relación acabe marchitándose y volviéndose destructiva.
Ojala encontremos siempre la
motivación suficiente que nos impulse a ser mejores personas, con nosotros y
con los demás, más dulces, más amorosos, con una mayor capacidad de regalar
afecto a todos sin excepción. De ello dependerá que prevalezca la felicidad y
el amor en nuestras vidas..
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