El miércoles tuve la fortuna de vivir uno de los días más especiales de mi vida, sin duda.
A veces no nos damos cuenta de
hasta que punto la mayor o menor generosidad en nuestro comportamiento o el adoptar
una actitud dulce y bondadosa en relación a los demás, nos puede condicionar
nuestra propia felicidad y la concepción que tenemos de nosotros mismos.
Nunca hubiera imaginado llegar a
recibir las indescriptibles muestras de inmenso cariño que estos días me habéis
regalado. Nunca sabré cómo agradeceros haber transformado ese día tan especial
para mi, en un día mágico, rebosante de emociones, de inolvidables sorpresas, de
infinitas risas. Os adoro. Sabéis que os quiero muchísimo. Que me bastan
vuestras sonrisas para sentirme feliz. Que me emocionan vuestras palabras. Que
siento la generosidad con la que agradecéis mi compañía e incluso mis pesados
consejos.
Ya han pasado algunos días, y a
pesar de ello, aún no he logrado asimilar el amor y la amistad tan sincera que
me habéis demostrado.
Nunca imaginé recibir algún día tan valioso
regalo. De esos que no se podrían comprar jamás, porque tienen un valor
infinito. De los que se guardan en el corazón y permanecen para siempre
alimentando nuestros recuerdos. De los que nos reconfortan cuando nos sentimos olvidados
y nos animan a ver la vida de brillantes colores.
Este ha sido mi cumpleaños más
especial, sin duda.
(A Gema y a Desi, a las que
adoro!)
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