Cinco años sin hablar de Ti. Sin
volver a emocionarme, como con el corazón helado, como con el alma ausente. Con
los sentimientos interrumpidos, latentes, cuidando cada día porque no
despierten, porque no incomoden ni hagan aún más difícil, si cabe, mi
involuntaria ausencia. No sé hasta cuándo seguiré añorándote. No sé hasta
cuándo durará esta espesa melancolía que el sonido de los cohetes y las
campanas me traen puntuales cada año.
A veces busco justificar tanta
coincidencia. Busco entender por qué después de haberme acercado tanto a tus lugares, me
siento más alejada que nunca. Sé que al menos me queda el alimento del anhelo de
despertar de este mal sueño algún día. Que la brisa de tu mañana me renueve la ilusión y las ganas de TÍ, que me traiga nuevas vivencias, nuevas emociones, nuevas estampas. Quizás como las
ya vividas, como esas que recuerdo ahora mientras deambulo entre contradictorios
sentimientos. O tal vez distintas; pero ojala que impregnadas simpre de la misma
magia, de la misma ilusión de niña con la que ahora imagino haberlas vivido, de
la misma emoción por volver a verte, por volver a cantarte.
Mientras permaneceré esperando,
paciente, con el sosiego y la calma de quien espera bajo la sombra a que pase el
calor del intenso verano. Deseando que todo vuelva de nuevo, que TÚ otra vez me
sorprendas, y que lo que tenga que venir lo haga siempre impregnado de tu dulce
mirada.
Cinco años sin hablar de Rocío.
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