No somos conscientes del infinito
valor que tiene una sonrisa. Creo que a menudo subestimamos su enorme poder
transformador (en nosotros y en los demás), a pesar de que cada día son más los
estudios médicos que relacionan la sonrisa con los beneficios que genera en el
cerebro, y en consecuencia, en nuestros pensamientos y en la percepción que
tenemos de todo aquello que nos acontece, sea bueno o malo.
Es por tanto el mejor
salvoconducto que podemos encontrar desde el que alcanzar una sensación de
plenitud y satisfacción tales que nos haga sentirnos felices, que nos alivie
las dificultades del camino y nos muestre otra manera de ver la realidad, más
positiva, más afortunada..Esto nos hará sentirnos satisfechos de quiénes somos
y de la vida que llevamos, alimentará nuestra autoestima y nos fortalecerá la
voluntad y el deseo.
Sé que hay días donde resulta
complicado esbozar una sonrisa, donde apenas encontramos fuerzas para mantener
vivas nuestras ilusiones. Todos identificamos a nuestro alrededor personas a
las que nos cuesta regalarles lo mejor de nosotros mismos, de los que a menudo pensamos
que no merecen tanta generosidad.
Es entonces cuando hay que creer que
cuando sonreímos, no solo sonreimos a los demás, sino principalmente lo hacemos a nosotros mismos, a nuestro corazón y a todo
nuestro ser. Y es esa sonrisa, espontánea o voluntariosa, la que alimenta
nuestras ganas y nuestros sueños. La que transforma nuestros pensamientos y nos
hace ver la realidad de una manera infinitamente más hermosa. Es esta sonrisa
la que diluye la tormenta de pensamientos negativos que a veces se empeña en
inundarnos de gris los días.
Solo hay que probar a sonreír
más. Hacerlo siempre. Cada día. Porque siempre hay un motivo para sonreír.
“Si alguna vez no te dan la sonrisa esperada, sé generoso y da la tuya.
Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa como aquel que no sabe sonreír
a los demás” (Dalai Lama)
Lo que pasa con las sonrisas es extraño. Podés cambiarle el día a alguien, pero si ese alguien nota que tu sonrisa es forzada, no sé bien con qué sensación se irá sobre el concepto de sonreír y de ser alegres. Porque sonreír se puede, pero lo que no se puede, o al menos yo no, es mostrarse realmente alegre o sonriente ante vos mismo. Porque en el fondo sabés lo que sentís, y cuesta adaptar ese sentimiento a través de un cristal que lo refleje.
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