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viernes, 20 de septiembre de 2013

Compartir y vivir..


Ayer en una de las agradecidas y esperadas intervenciones de Eduardo Punset, al cual sigo con un desmesurado interés desde hace ya algún tiempo, extraje una de sus maravillosas frases, bueno, más bien un consejo como él mismo lo denominó… “...mejor un amigo que un fármaco…”

Esta frase me hizo recordar el verdadero Poder que tienen las relaciones sociales y los amigos en nuestra vida, en nuestra felicidad... Esa generosa influencia que ejercen sobre nosotros, sobre la toma de decisiones y sobre la actitud con la que enfocamos nuestro día a día…

Me cuesta entender que se pueda vivir sin querer necesitar a los demás… A veces pienso que la gente que defiende vivir una vida “en soledad” o de una forma más independiente y alejada del resto quizás sea porque se imaginan incapaces de cambiar su realidad, de luchar por conseguir modificar sus conductas, no lo ven posible y en consecuencia no lo creen necesario. Justifican y defienden ese otro tipo de vida como buena, como sana, como normal, como válida guiados por una especie de “falsa comodidad”, de falta de ganas por intentar cambiar sin evitar caer en el “yo soy así”… como aquellos fumadores que se pasan toda la vida intentando convencerte de que fumar no es del todo malo…

Lo sé porque yo, lamentablemente, también lo he creído así durante demasiado tiempo en mi vida…

Supongo que como ocurre a menudo, uno solo está totalmente convencido de algo cuando llega a experimentarlo realmente, cuando llega a sentir hasta ser consciente, lo extraordinario que es tener una vida completa y vivirla intensamente compartiéndola con los demás…

Realmente a día de hoy, no veo esto posible sin las relaciones sociales, sin los amigos..No veo posible alcanzar la felicidad cuando precisamente la mayor felicidad reside en el amor que damos y compartimos con los demás, cuando mantengo que con solo relacionarte con la gente de tu entorno consigues alejar todos esos pensamientos negativos que parecen que traemos tristemente de serie, cuando una misma situación puede vivirse de forma infinitamente más positiva y enriquecedora si la compartimos con los demás, cuanto basta una llamada, una sonrisa, una mirada, un compartir algo con alguien…, para que salga el sol en la más invernal de tus mañanas…

Sé que es así, estoy convencida, porque cuando a veces me sigo obcecando en creer lo contrario, mi vida se vuelve tan gris que no encuentro otra justificación a mi infelicidad que la que deriva de mi propio alejamiento


(a ti, mi gran amiga...)