Visitas

martes, 10 de marzo de 2015

Autocontrol



Ya no me debería de extrañar cómo con cierta frecuencia, busco detenerme a reflexionar sobre los beneficios de trabajar nuestras habilidades emocionales como la mejor manera de alcanzar una vida equilibrada donde poder encontrar y valorar, la felicidad que reside en las pequeñas cosas.

En esta ocasión, deseo pararme a reflexionar acerca del importante papel que el autocontrol ejerce sobre nuestras vidas, sobre nuestro día a día, y nuestra capacidad de elegir en cada momento una respuesta emocionalmente acertada. Sobre cómo de esta respuesta dependerá indudablemente nuestra sensación de fracaso, de frustración, e incluso de sorprendente y afortunado éxito.

Puede parecer a priori contradictorio, pero es innegable que solo a través del dominio de nuestros propios pensamientos y comportamientos, logramos sentirnos verdaderamente libres y emocionalmente fuertes. Solo cuando conseguimos pensar y actuar sobrellevados únicamente por nuestra propia conciencia, siendo consecuentes con lo que verdaderamente deseamos, sin que nada ni nadie consiga contaminar todo aquello que somos, es cuando conseguiremos vivir con intensidad, en plenitud, y alcanzando todos esos innumerables momentos de felicidad que la vida nos ofrece afortunadamente cada día.

Admito que pocas cosas me han generado un mayor “beneficio” personal que cuando he conseguido decidir y actuar con libertad. Con pocas cosas he logrado crecer tanto emocionalmente como cuando, a pesar de hacerlo a contra corriente, he podido defender y así alcanzar todo aquello en lo que firmemente he confiado mis deseos, aquello a dónde he soñado llegar, quién en todo momento he osado ser.

A pesar de mi empeño, reconozco que aún quedan ocasionales momentos en los que  algo me hace perder momentáneamente el control de mi comportamiento. Es entonces cuando parece que el camino recorrido se difumina bajo mis pies. Como si de repente, me hubiera convertido en la persona que jamás he deseado ser. Como si las circunstancias me obligaran a decir lo que no pienso, a mirar como no sé hacerlo y a sentir como jamás deseé.

Ojala pronto formen parte solo del pasado..