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jueves, 15 de mayo de 2014

Ejercicio de empatía



A consecuencia de este desmesurado interés por todo lo que está relacionado con el crecimiento personal y emocional, reconozco que últimamente procuro no perderme ninguna de las apariciones que hacen mis autores favoritos siempre relacionadas con el desarrollo personal.

Hace algunos días escuché con atención una conversación sobre la felicidad. En ella, el psicólogo Rafael Santandreu describía los tres parámetros fundamentales que nos pueden acercar a ella. Los enumeraba como la capacidad de gestionar nuestros pensamientos y con ello controlar nuestros diálogos internos; también habló de la habilidad de no dramatizar, de no terribilizar, como a él mismo le gusta referirse, y por último, de alcanzar la madurez suficiente para entender que las personas no son perfectas, que a menudo tenemos comportamientos imperfectos.

De estos tres pilares de la felicidad, me apetece detenerme a reflexionar un poco sobre la voluntad de entender que la gente que nos rodea no es perfecta, que nosotros mismos no gestionamos un comportamiento siempre acertado.

Disponer de la generosidad suficiente para aceptar la diversidad de situaciones a las que nos enfrentamos cada día es fundamental para sentirnos felices.

No veo posible llegar a sentir tranquilidad, sosiego y felicidad, si nuestros pensamientos, y con ello nuestro corazón, están más ocupados de “observar” y juzgar las distintas respuestas que nos llegan del exterior, que de aceptar y comprender que cualquiera de nosotros somos susceptibles de actuar de idéntica manera si la realidad de partida fueran las mismas.

Si tratáramos de hacer este conciso ejercicio de empatía, de cambio de papeles, si aplicáramos un extra de comprensión y generosidad ante cada situación discrepante, nos resultaría mucho más sencillo desdramatizar todo aquello que nos llega de los demás y no compartimos. Si consiguiéramos quitarle importancia a todo lo que a priori nos molesta de los demás, si nos esforzáramos en intentar relativizar las situaciones conflictivas, en suavizar los comentarios negativos, seguramente nuestro equilibrio emocional permanecería intacto. Nuestra felicidad sería mayor.