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viernes, 2 de enero de 2015

Los sueños.



Incluso unos días antes de que concluyese el año que alegremente acabamos de despedir, ya elucubraba sobre cuál sería ese tema especial con el que cabría estrenar como se merece este nuevo año.

Han sucedido tantas cosas que era tentador hablar del tiempo pasado. Han despertado mi interés tantos textos, tantas reflexiones sobre un sin fin de interesantísimos temas, que parecía ineludible recurrir a alguno de ellos. Han sido tantas las emociones vividas e imaginadas que, con dejarlas fluir, justificarían cualquiera de mis palabras. Tantas las conversaciones, las risas, los momentos compartidos o no, que bastaría referirme a cualquiera de ellos para volver a emocionarme.

Pero nada de esto ha sido suficiente para despertar en mí ese extraño aliento que me impulsara a escribir por “primera” vez. Un aliento que reconozco haber sentido después de leer hace unos días una breve frase sobre los sueños¹.

Y es que no encuentro nada que justifique mejor ni de una manera tan generosa la fortuna de nuestra existencia. Nada que nos regale mejor la oportunidad de vivir con intensidad y plenitud cada segundo. Que nos decore todos nuestros escenarios de infinitas y mágicas posibilidades. Solo con el valor que demos a nuestros sueños podremos alcanzar aquello que deseamos ser.

Los sueños, los de cada uno, los vividos, los  no olvidados, los compartidos, los callados…Los sueños son el verdadero motor de nuestros días. El verdadero sol de nuestros amaneceres y la luna que observa nuestros silencios.

No podríamos vivir sin soñar. Sin pensar que soñamos. Sin saber que ahí, nadie más podrá alcanzarnos. Que en el camino de los sueños, no hay mayor obstáculo que el que se impone el que no cree en ellos…

Ojala este sea el mejor año para soñar, y vivir con los sueños..



1. Somos de quien nos teje la noche de deseo, sin necesidad de tocarnos.(M.A.C)