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lunes, 21 de diciembre de 2015

Somos lo que pensamos.


Esta vez he optado por titular esta entrada de la misma manera que lo hacía la autora de uno de los últimos artículos que he leído, Somos lo que  pensamos.

Nuevamente no puedo estar más de acuerdo con tan breve y acertada reflexión. Quizás porque resume la clave de la madurez y el control emocional, algo fundamental si aspiramos a vivir en plenitud y sentirnos felices. Y es que aunque es algo ampliamente sabido por todos, muy pocos son los que en su día a día tienen la inteligente capacidad de aplicar sin excepción este dogma.

A menudo nos empeñamos en alimentar absurdos y tóxicos diálogos internos a cerca de lo que nos ocurre, incluso hasta de lo que nunca nos llegará suceder. Generamos constantemente un sin fin de interpretaciones negativas y derrotistas sobre todo aquello que creemos ver, que creemos oír, que imaginamos sentir.., llenamos nuestra cabeza de un mar de miedos, inseguridades, añoranzas; nos recreamos en inútiles pensamientos que nos empujan hacia un cómodo victimismo desde el cual difícilmente conseguiremos crecer y ser felices.

Si por un momento llegáramos a entender la verdadera utilidad de nuestros pensamientos, la poderosa herramienta que tenemos todos a nuestro alcance y de la cual depende una felicidad cuya clave está únicamente en nosotros y en nadie más. Si fuéramos capaces de re-pensar lo que vemos desde otro lugar, un lugar donde comprobar que todo puede verse diferente, donde distinguir lo positivo de la vida, donde apreciar la parte de corazón en los que nos rodean, el amor en un bello gesto, en una dulce palabra, en una sincera y tierna mirada, en un cálido abrazo...

Hay tantas cosas extraordinarias con las que argumentar nuestros pensamientos, con las que hacerlos crecer y fortalecerlos hacia el entusiasmo por la vida, que resulta a veces incomprensible que sigamos aferrados a inundarlos de erróneos y falsos argumentos, tan dañinos que llegan incluso a condicionar la imagen que tenemos de nosotros mismos, que nos impiden mirar sin miedo a nuestro interior, apreciar lo que somos, sentirnos afortunados, valiosos, únicos, capaces de disfrutar cada día  con la pasión y las ganas que el regalo de la vida merecen.


“La vida es elegir, puedes elegir ser una víctima o cualquier otra cosa que te propongas” (“El Guerrero Pacífico”, 2006)




(para A.R.M, gracias)

viernes, 6 de noviembre de 2015

La suerte.

Ayer estuve leyendo un breve artículo que versaba sobre la suerte y las distintas maneras de llegar a ella. Y seguramente lo que  me resultó más interesante fue la manera tan positiva desde la que el autor trata de convencernos de la existencia generalizada de buena suerte, y de cómo es la suma de nuestros personales pensamientos negativos lo que tantas veces nos impide ser conscientes de ello.

Resulta imposible sentirse afortunado si vivimos instalados en una constante comparación hacia todo aquello que no somos, o que no tenemos y los demás sí, o añorando lo perdido, lo que nunca volverá a ser… Jamás conseguiremos vivir una vida plena e intensa si, en vez de detenernos y simplemente mirar y reconocer la gran cantidad de motivos que la vida nos ofrece para ser feliz, ocupamos nuestros pensamientos en una queja tan injusta como destructiva que acaba por magnificar nuestros errores y fracasos, descubrir nuestras carencias y alimentar nuestros miedos.

Sin embargo, nada de esto es real, solo está en nuestros esclavos pensamientos. Claro que somos afortunados. Solo necesitamos trabajar la paciencia y el sosiego suficientes como para ver nuestra propia vida desde un lugar algo más alejado. Desde un lugar que nos posibilite tomar conciencia del resultado y el efecto de nuestros actos y del de los demás, de que a veces todo aquello que interpretamos como mala suerte, también tiene indiscutiblemente una lectura positiva y hacia el crecimiento personal. Porque cuando creemos y lamentamos lo injusto de lo malo que nos sucede y que a priori tanto nos hacen sufrir, olvidamos que es así porque vivimos, porque sentimos, porque amamos, porque somos capaces de reconocer otra manera de escribir los días, porque nos mueve la inquietud de ser mejores personas, porque es precisamente esto lo que nos tornará hacia el mejor de los aprendizajes, algo que nos impulsará a crecer y a creer que hay otra manera de recorrer la vida. Es justamente esto lo que nos debería hacer sentir privilegiados y llenarnos de un entusiasmo desbordante.

Porque si algo es indudable es que nada ocurre porque sí, porque de todo podemos y debemos sacar esa lectura positiva, valiente, que nos transforme en personas más completas, más sinceras y con una mayor capacidad de valorar y amar todo lo que somos y todo aquello que nos rodea. Esa mirada que llene nuestra vida de sueños, de preciosa magia, de una arrolladora ilusión por creer siempre que la vida es el mejor de los regalos.


“Yo creo bastante en la suerte y he constatado que, cuanto más duro trabajo, más suerte tengo.” (Thomas Jefferson)




martes, 15 de septiembre de 2015

La magia de conversar



No es la primera vez que admito el desmesurado entusiasmo que despiertan en mi algunos de los artículos sobre psicología que cada domingo nos regala un conocido semanario; y cómo de una manera tan inesperada como casual, parecen a veces llegar a mis manos en el momento preciso, como queriendo llenar de acertadas respuestas a mis siempre despiertas inquietudes. 

Esta vez he querido detenerme en uno de los últimos que leído, La magia de conversar¹, un artículo verdaderamente asombroso, con el que no puedo más que compartir todas y cada una de sus palabras.

Y es que no puedo estar más de acuerdo que cuando nos habla del placer y la libertad que se experimenta cuando somos capaces de compartir un momento mágico de buena conversación con alguien. No reconozco un acto mejor de generosidad y entrega hacia el otro que cuando nos permitimos el regalo de mostrar todo nuestro yo, toda nuestra esencia, a través del diálogo. Me resulta difícil encontrar otra manera mejor de valorar a la otra persona, de hacerla sentir especial y parte importante de nosotros mismos que cuando, sin condiciones, entregamos todo nuestro ser a escucharla, comprenderla y llegar a sentir la incuestionablemente conexión que surge cuando se alcanza intimar con el otro. Es como si después de experimentar un momento de única conversación, ninguno volviera a ser el mismo, como si se iniciara con cada una de las palabras un proceso de acercamiento y transformación irreversibles, de cambio hacia un nuevo lugar lleno de nuevas y desconocidas consecuencias.

Quizás resulte contradictorio que algo tan enriquecedor, capaz de llenarnos de un entusiasmo desbordante, sea a su vez tan difícil de lograr. Parece como si hoy en día no alcanzáramos a ver ni valorar lo que verdaderamente importa, lo que nos hace realmente felices, tal vez porque la mayoría de las veces hemos situado nuestro horizonte tras una torpe pantalla de móvil.

Ojala se recupere el valor de todos esos momentos, esos que se alargan hasta la línea de nuestros más inconfesables deseos, que parecen no querer llegar jamás a su fin, que prolongaríamos hasta el final de nuestros pensamientos..


…”…dos individuos, conversando con honestidad, pueden sentirse inspirados por el sentimiento de que están unidos en una empresa común con el objetivo de inventar un arte de vivir juntos que no se ha intentado antes”.  
(Conversación, Theodore Zeldin)



(1)  Francesc Miralles, EPS 9 Agosto 2015.











martes, 7 de julio de 2015

El objetivo.



Hace unos días tuve la fortuna de compartir entre amigos y buenas conversaciones un espléndido y calurosísimo sábado. Y es curioso, pero cuando ya empezaba a echar de menos encontrar un tema sobre el que poder hablar de amor, a alguien se le ocurrió casi entre bromas, lanzar un objetivo para este año: “…enamorarse!”.

Creo que aún me estoy riendo. Bueno, admito que todos nos reímos en un primer momento bastante, quizás entre una mezcla de asombro y desconcierto sin saber casi qué decir; si responder con un esperanzador “sí”, o directamente con un rotundo “jamás”. Sólo el hecho de replantearnos e imaginar cercano ese objetivo, hizo que fugazmente se tambalearan las parcelas que conforman nuestra controlada y casi resuelta existencia. Es como si enamorarnos implicara la debilidad de permitir acceder a alguien desconocido a nuestra fortificada vida, alguien que llega para robarnos parte de nosotros, indudablemente de nuestro apreciado tiempo, y con toda seguridad de nuestro amado corazón.
 
Y aunque es cierto que pocas cosas reconfortan y abrigan más nuestra existencia que un amor correspondido, que la sensación de amar y sentirse amado; lamentablemente pocas cosas son a su vez tan difíciles de conseguir, sobre todo cuándo nuestro corazón es capaz de mirar con la destreza y habilidad que te confiere el tiempo vivido y la madurez emocional. No imagino a nadie que no desee sentirse enamorado, que no anhele la sonrisa del amor, que no busque el calor de una mirada, de un abrazo, de un dulce beso.
 
Quizás el verdadero amor sea solo un sueño, quizás la realidad no nos permita encontrar aquello que apasionadamente deseamos. Quizás ni siguiera exista…

O quizás nada de esto tenga sentido ya, quizás ya me defina enamorada..



viernes, 22 de mayo de 2015

Cinco años.



Cinco años sin hablar de Ti. Sin volver a emocionarme, como con el corazón helado, como con el alma ausente. Con los sentimientos interrumpidos, latentes, cuidando cada día porque no despierten, porque no incomoden ni hagan aún más difícil, si cabe, mi involuntaria ausencia. No sé hasta cuándo seguiré añorándote. No sé hasta cuándo durará esta espesa melancolía que el sonido de los cohetes y las campanas me traen puntuales cada año.


A veces busco justificar tanta coincidencia. Busco entender por qué después de haberme acercado tanto a tus lugares, me siento más alejada que nunca. Sé que al menos me queda el alimento del anhelo de despertar de este mal sueño algún día. Que la brisa de tu mañana me renueve la ilusión y las ganas de TÍ, que me traiga nuevas vivencias, nuevas emociones, nuevas estampas. Quizás como las ya vividas, como esas que recuerdo ahora mientras deambulo entre contradictorios sentimientos. O tal vez distintas; pero ojala que impregnadas simpre de la misma magia, de la misma ilusión de niña con la que ahora imagino haberlas vivido, de la misma emoción por volver a verte, por volver a cantarte.


Mientras permaneceré esperando, paciente, con el sosiego y la calma de quien espera bajo la sombra a que pase el calor del intenso verano. Deseando que todo vuelva de nuevo, que TÚ otra vez me sorprendas, y que lo que tenga que venir lo haga siempre impregnado de tu dulce mirada.




Cinco años sin hablar de Rocío.




viernes, 15 de mayo de 2015

Sin duda.


El miércoles tuve la fortuna de vivir uno de los días más especiales de mi vida, sin duda.

A veces no nos damos cuenta de hasta que punto la mayor o menor generosidad en nuestro comportamiento o el adoptar una actitud dulce y bondadosa en relación a los demás, nos puede condicionar nuestra propia felicidad y la concepción que tenemos de nosotros mismos.

Nunca hubiera imaginado llegar a recibir las indescriptibles muestras de inmenso cariño que estos días me habéis regalado. Nunca sabré cómo agradeceros haber transformado ese día tan especial para mi, en un día mágico, rebosante de emociones, de inolvidables sorpresas, de infinitas risas. Os adoro. Sabéis que os quiero muchísimo. Que me bastan vuestras sonrisas para sentirme feliz. Que me emocionan vuestras palabras. Que siento la generosidad con la que agradecéis mi compañía e incluso mis pesados consejos.

Ya han pasado algunos días, y a pesar de ello, aún no he logrado asimilar el amor y la amistad tan sincera que me habéis demostrado.

Nunca imaginé recibir algún día tan valioso regalo. De esos que no se podrían comprar jamás, porque tienen un valor infinito. De los que se guardan en el corazón y permanecen para siempre alimentando nuestros recuerdos. De los que nos reconfortan cuando nos sentimos olvidados y nos animan a ver la vida de brillantes colores.

Este ha sido mi cumpleaños más especial, sin duda.


 
(A Gema y a Desi, a las que adoro!)




miércoles, 15 de abril de 2015

En soledad.



Cada día disfruto más cuando consigo reconocerme en casuales artículos que acostumbro leer con frecuencia. Ayer mismo, puede recrearme con la lectura de un breve texto sobre la soledad con el cual me sentí profundamente identificada.

Me encantó compartir su manera poco común de entender la soledad como un estado positivo, afortunado, lleno de privilegios; un estado muy en contraposición con la terrorífica visión que la sociedad difunde constantemente, donde pocas cosas inspirarían más tristeza y compasión que contemplar a alguien sin compañía, donde el contagio de estar solos acaba inundándonos de miedos. Es la soledad impuesta, obligada, aquella que nos impulsa a añorar lo ausente y a aislarnos frente al dolor.

Sin embargo, esta vez  la soledad se nos ofrece como algo extraordinariamente valioso, como una soledad grandiosa, gozosa, plena, elegida desde la voluntad y de forma consciente para acercarnos a nosotros mismos, para respirar, para pensar, para crecer y vivir en libertad. Todo un privilegio capaz de regalarnos la experiencia de sentirnos verdaderamente libres, como el mejor de los tesoros, como el lugar idóneo desde donde encontrar y disfrutar con la compañía de uno mismo.

Reconozco cuánto he disfrutado leyendo cada una de las palabras, y cuánto agradezco encontrarme con el inmenso regalo de reflexiones capaces de ofrecernos una visión dulce y positiva de todo aquello que nos rodea.



…”…hay otras personas que están solas y viven y brillan y se entregan a la vida de la mejor manera. Personas que no se apagan, al contrario, cada día se encienden más y más. Personas que aprenden a disfrutar de la soledad porque las ayuda a acercarse a sí mismas, a crecer y a fortalecer su interior.
Esas personas son las que un día, sin saber el momento exacto ni el por qué, se encuentran al lado del que las ama con verdadero amor y se enamoran de una forma maravillosa.”. (Teresa de Calcuta)  




sábado, 21 de marzo de 2015

Sentido crítico

Hace unos días atendí a un debate donde se cuestionaba la definición de crítica y su influencia en el comportamiento del individuo (1).

De nuevo, y de la misma forma sorprendente, he podido comprobar la falta de correspondencia entre lo que comúnmente entendemos acerca de cualquier concepto, y la influencia, que desde un punto de vista filosófico, debería significar para el individuo y su repercusión en la sociedad. Al igual que con el concepto de cultura y ser culto, donde ya comprobamos la incuestionable desconexión con el término erudito y con la mayor o menor capacidad de acumular conocimiento, ..”..cultura es solo humanidad” (2); comprobamos cómo esta escisión es también aplicable al concepto de crítica.

Generalmente la sociedad identifica la crítica a través únicamente de su imagen peyorativa, como herramienta destructiva del individuo, y no a través de su sentido positivo, de la crítica como ejercicio de inteligencia, como insustituible forma de crecer y enriquecernos a través del análisis.La crítica, o más acertadamente, el sentido crítico, es lo que nos predispone a una actitud de continua movilidad, de inquietud constante por evitar los pesados estados de conformismo y mediocridad. Nos ubica en un lugar predilecto para poner en cuestión cualquier planteamiento, lo que nos gusta y lo que no; para alejarnos en nuestras decisiones de los criterios de opinión que cada vez con más pujanza, recibimos intencionadamente a través de los medios de comunicación.

Alcanzamos el sentido crítico a través del arte. A través de reconocer la relación entre la crítica y la estética, entendiendo por estética la amplitud de formas y conocimiento desde el que aprender a enjuiciar y valorar. De ahí la importancia que debemos dar al arte, a la cultura, a la necesidad de crecer y cultivar cada día nuestra inquietud por seguir aprendiendo.


“Tiene derecho a criticar quien tiene un corazón dispuesto a ayudar” (Abraham Lincoln)




(1) Crítica (RAE);
1. tr. Juzgar de las cosas, fundándose en los principios de la ciencia o en las reglas del arte.
2. tr. Censurar, notar, vituperar las acciones o conducta de alguien.

(2) Cultura, La Escalera Azul, 7 marzo 2014.

martes, 10 de marzo de 2015

Autocontrol



Ya no me debería de extrañar cómo con cierta frecuencia, busco detenerme a reflexionar sobre los beneficios de trabajar nuestras habilidades emocionales como la mejor manera de alcanzar una vida equilibrada donde poder encontrar y valorar, la felicidad que reside en las pequeñas cosas.

En esta ocasión, deseo pararme a reflexionar acerca del importante papel que el autocontrol ejerce sobre nuestras vidas, sobre nuestro día a día, y nuestra capacidad de elegir en cada momento una respuesta emocionalmente acertada. Sobre cómo de esta respuesta dependerá indudablemente nuestra sensación de fracaso, de frustración, e incluso de sorprendente y afortunado éxito.

Puede parecer a priori contradictorio, pero es innegable que solo a través del dominio de nuestros propios pensamientos y comportamientos, logramos sentirnos verdaderamente libres y emocionalmente fuertes. Solo cuando conseguimos pensar y actuar sobrellevados únicamente por nuestra propia conciencia, siendo consecuentes con lo que verdaderamente deseamos, sin que nada ni nadie consiga contaminar todo aquello que somos, es cuando conseguiremos vivir con intensidad, en plenitud, y alcanzando todos esos innumerables momentos de felicidad que la vida nos ofrece afortunadamente cada día.

Admito que pocas cosas me han generado un mayor “beneficio” personal que cuando he conseguido decidir y actuar con libertad. Con pocas cosas he logrado crecer tanto emocionalmente como cuando, a pesar de hacerlo a contra corriente, he podido defender y así alcanzar todo aquello en lo que firmemente he confiado mis deseos, aquello a dónde he soñado llegar, quién en todo momento he osado ser.

A pesar de mi empeño, reconozco que aún quedan ocasionales momentos en los que  algo me hace perder momentáneamente el control de mi comportamiento. Es entonces cuando parece que el camino recorrido se difumina bajo mis pies. Como si de repente, me hubiera convertido en la persona que jamás he deseado ser. Como si las circunstancias me obligaran a decir lo que no pienso, a mirar como no sé hacerlo y a sentir como jamás deseé.

Ojala pronto formen parte solo del pasado..



viernes, 23 de enero de 2015

Límites.



Quizás esta vez no es la lectura de algún excelente artículo, ni alguna reflexión atendida, ni tan siquiera la necesidad de escribir sobre algún acontecimiento vivido. Esta vez, he necesitado recurrir al papel y comenzar a escribir, a dialogar casi de forma impulsiva con mi propio yo para aliviar este irrefrenable impulso que deriva de la contradicción que me invade y donde, lo que vive y siente mi interior, no puede permitirse traspasar las fronteras que los límites de mi propia piel me imponen.

Últimamente, experimento con demasiada frecuencia este tipo de impulsivas sensaciones, como si se tratara del acecho de un desconocido peligro. A veces tengo la impresión de estar acercándome a alguno de mis límites, a alguna de mis preestablecidas fronteras. A esos espacios dónde recuerdo no haber estado nunca antes, esos espacios previos a las reacciones sorprendentes e inesperadas.

Aún no he sido capaz de reconocerlo, pero empiezo a presuponer que este acercamiento acabará generando una especie de explosión, de crecimiento y apertura hacia un nuevo periodo, hacia un desconocido proceso de cambio personal, incluso ahora, cuando imaginaba el camino ya recorrido.

Quizás sea esto lo que se espera de mí. Quizás sea lo que yo misma deseo de mí. Sea como sea, reconozco estar cuando menos, expectante; e incluso nerviosa ante todo aquello que venga a re-mover mi ordenada existencia.




(a alguien que ha conseguido que descubra algo más de mi..)  



viernes, 2 de enero de 2015

Los sueños.



Incluso unos días antes de que concluyese el año que alegremente acabamos de despedir, ya elucubraba sobre cuál sería ese tema especial con el que cabría estrenar como se merece este nuevo año.

Han sucedido tantas cosas que era tentador hablar del tiempo pasado. Han despertado mi interés tantos textos, tantas reflexiones sobre un sin fin de interesantísimos temas, que parecía ineludible recurrir a alguno de ellos. Han sido tantas las emociones vividas e imaginadas que, con dejarlas fluir, justificarían cualquiera de mis palabras. Tantas las conversaciones, las risas, los momentos compartidos o no, que bastaría referirme a cualquiera de ellos para volver a emocionarme.

Pero nada de esto ha sido suficiente para despertar en mí ese extraño aliento que me impulsara a escribir por “primera” vez. Un aliento que reconozco haber sentido después de leer hace unos días una breve frase sobre los sueños¹.

Y es que no encuentro nada que justifique mejor ni de una manera tan generosa la fortuna de nuestra existencia. Nada que nos regale mejor la oportunidad de vivir con intensidad y plenitud cada segundo. Que nos decore todos nuestros escenarios de infinitas y mágicas posibilidades. Solo con el valor que demos a nuestros sueños podremos alcanzar aquello que deseamos ser.

Los sueños, los de cada uno, los vividos, los  no olvidados, los compartidos, los callados…Los sueños son el verdadero motor de nuestros días. El verdadero sol de nuestros amaneceres y la luna que observa nuestros silencios.

No podríamos vivir sin soñar. Sin pensar que soñamos. Sin saber que ahí, nadie más podrá alcanzarnos. Que en el camino de los sueños, no hay mayor obstáculo que el que se impone el que no cree en ellos…

Ojala este sea el mejor año para soñar, y vivir con los sueños..



1. Somos de quien nos teje la noche de deseo, sin necesidad de tocarnos.(M.A.C)