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jueves, 11 de febrero de 2016

Conexión emocional.



Hace unos días dediqué la última de mis entradas a la dulzura, a esas personas sumamente delicadas cuyo comportamiento se vuelve tan adorable que resulta un privilegio compartir parte de nuestro camino con ellas.

Ayer leí un artículo muy acertado sobre este tema. En él su autor definía el cariño como el mejor signo de respeto hacia los demás; sinónimo de bondad, de amabilidad, de respeto y de amor. Y defendía que “…tratar con cariño es tocar con respeto el alma del otro”. No puedo estar más de acuerdo con sus palabras.

Quizás no resulte entonces lógico que a diario nos encontremos con comportamientos donde las malas contestaciones, las faltas de respeto, las impertinencias, exigencias.., definan la relación entre las personas. Parece como  si se nos olvidara con facilidad el indiscutible valor de tratar amorosamente a los demás y regalarles cada día nuestra mejor versión; nuestros generosos actos y nuestras más acertadas palabras de cariño. Como si no fuéramos conscientes que es imposible sentir felicidad actuando de tan deplorable manera, que ese comportamiento altamente negativo y egoísta acabará por destruirnos como personas, impidiendo que vivamos una vida plena y en paz con nosotros mismos.

Tendríamos que tomar conciencia de que cualquier expresión, por insignificante que nos parezca, constituye un intento de conexión emocional con el otro. En una simple pregunta, en un gesto, en una mirada.., hay una intención de relacionarnos emocionalmente con el otro, y el grado de su respuesta dependerá en gran medida de la carga de positividad de nuestra intención, de nuestro grado de empatía y nuestra capacidad para de-mostrarles nuestro interés y nuestro cariño a través de nuestros gestos.

Es obvio que nuestros intentos de conexión emocional con los demás serían muchísimo más fructíferos si lográramos identificar previamente sus necesidades emocionales, aquello que demandan de nosotros. De esta manera evitaríamos erróneas e infinitas interpretaciones y sobre todo, que la relación acabe marchitándose y volviéndose destructiva.

Ojala encontremos siempre la motivación suficiente que nos impulse a ser mejores personas, con nosotros y con los demás, más dulces, más amorosos, con una mayor capacidad de regalar afecto a todos sin excepción. De ello dependerá que prevalezca la felicidad y el amor en nuestras vidas..