Curiosamente hace unos días,
alguien muy especial para mí me comentó…”..vaya,
te estás convirtiendo en una Mujer del Renacimiento…”. Y aunque a priori estas palabras tal vez no parezcan el mejor “regalo” que se podría hacer a los oídos de cualquier
mujer, se convirtieron en unas de las más hermosas que me han dicho
jamás…
No puedo negar que en el momento
de necesidad creativa y crecimiento personal en el que afortunadamente me
encuentro, poder oír esto, poder mostrarme
y que me vean de esa manera, es una
gran satisfacción para mí.
Siempre nos dicen, no decimos, que
nuestro comportamiento debe de ser coherente con lo que somos, con lo que
pensamos, con lo que sentimos…nuestra vida ha de ir en todo momento hacia el
camino personal que cada uno voluntariamente decide recorrer… Nuestra actitud,
nuestras palabras, nuestras miradas.. deberían ser fácilmente identificables por
la gente que nos rodea, por los que nos conocen y por los que, sobre todo, más
nos quieren…Pero esto no resulta a veces fácil y en demasiadas ocasiones nos
dejamos llevar por circunstancias, por intereses que llegan a confundirnos el
camino…
Tal vez por ello me esfuerzo en
valorar con admiración a aquellas personas que son reconocibles siempre, ante
cualquier realidad, en cualquier escenario de sus vidas, incluso con
independencia del nivel de relación que se tenga con ellas. Esas que no te
hacen sentir nunca una sorprendente decepción por una respuesta no esperada o
un comportamiento inconsecuente..
Me alegra seguir siendo capaz de mostrarme a los demás tal como soy, y
sobre todo, que hayan podido reconocer, a través de mis nuevas inquietudes, a
mi verdadero yo…
(Cristina, bss!)
Si una mujer tiene la capacidad de leer y escribir
bien, automáticamente adquiere un status
único por su condición, no importa si se trata de una dama o de una cortesana
(cfr. Servadio, 2007: 30)