Visitas

martes, 28 de marzo de 2017

Mi mundo imaginado.



Hoy tengo ganas de escribir. Así de sencillo. Tengo ganas de hablarle a este mundo imaginado que tan frecuentemente me gusta visitar, donde adoro pasar las horas caminando bajo la sombra de sus árboles, dejándome cautivar por la brisa fresca que entra por la ventana, o permitiendo que un sol radiante me acaricie el rostro mientras bebo de los versos de  Andrée Chedid.. 

Esto es lo que veo, esto es lo que siento cuando me detengo, cuando tomo conciencia del ahora, del silencio, cuando me dejo envolver por la calma, cuando siento que la vida me enamora cada día más. 

Me apasiona su improbabilidad, su capacidad de sorprenderme cada mañana, de hacerme sentir viva. Alimenta y anima mi ganas de apasionarme por todo lo que consiga emocionarme, ruborizarme, acelerarme el corazón, por quien con una simple mirada, o una media sonrisa, o unos bellos versos, logre iluminar mi solitario caminar.
 
Me entristece pensar cómo el ritmo frenético y superficial en el que nos vemos atrapados, nos ciega, nos impide ver más allá de una realidad que solo nos regala torpeza y banalidad. Es imposible reconocer la hermosura de la vida si no nos detenemos, si no frenamos el tiempo, si no silenciamos nuestros agotadores pensamientos, si no intentamos quedarnos a solas y observarnos con la intención de adentrarnos en nuestro interior y reconocer quiénes realmente somos.


Admito que ansío respirar siempre de este mundo imaginado, dejarme absorber por su fantasía, por su capacidad de ser lo que yo quiera que sea, alimento de mis ilusiones y mis sueños… 

Tal vez porque lo que deseo es que la realidad se pinte siempre del color del amor.