Visitas

martes, 3 de diciembre de 2013

Aceptación incondicional..


Estoy empezando a confiar en las coincidencias que nos regala nuestro día a día…

Desde hace tiempo deseaba escribir, y con ello reflexionar, entre otros temas, sobre uno de los fundamentos que posibilitan todo crecimiento personal y sobre la magia que reside en todo proceso de cambio. Necesitaba tratar de explicar lo que puedes llegar a sentir cuando a través de la aceptación incondicional, alcanzas ver la realidad y la vida desde un nuevo horizonte. Cuando creemos de una forma convencida, que todos los que nos rodean poseen bondad y merecen nuestro respeto y aceptación por el simple hecho de ser personas, entendiendo que sus malos actos son solo fruto de momentos de confusión y de una especie de “transitoria locura” que nosotros mismos hubiéramos experimentado si nuestras circunstancias hubieran sido idénticas..

Entenderéis que no he podido más que recurrir sin excusas al papel, más aún después de oír hace unos días una entrevista en la que se hablaba de la figura de Gandhi como unos de los más valorados ejemplos de lo que se puede llegar a lograr a través de esa aceptación y amor incondicional a los demás...En ella se explicaba casualmente, cómo fue capaz de lograr la independencia de la India, en una época convulsa, de una forma admirablemente pacífica... Gandhi defendía ese amor incondicional, a todos y a pesar de todo. A pesar de las circunstancias negativas amaba y valoraba a su “enemigo”, y así se lo hacía saber pacientemente una y otra vez. Sólo así llegó a conseguir la aceptación recíproca y con ello, su generoso objetivo.

Admito que conseguir esto es complejo y difícil, pero al mismo tiempo alcanzable por todos.. Todos deberíamos esforzarnos por trabajar nuestra conducta, nuestra actitud, nuestros pensamientos…deberíamos tener al menos alguna vez la inquietud de intentar experimentar vivir la vida bajo este prisma, querer relacionarnos bajo este lenguaje que tanto nos merecería la pena…

Cada día estoy más convencida de que es esto precisamente lo que nos hace libres y lo que nos posibilita sentirnos plenos…Con nada he sentido mayor felicidad que cuando he logrado seguir “amando”, seguir “aceptando”… a pesar de hacerlo a contra corriente y ante un camino plagado de dificultades…

Sé que nada me ha hecho más libre, se que con nada seré tan feliz…