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martes, 22 de octubre de 2013

El poder de las pequeñeces acumuladas…


No puedo estar más de acuerdo con uno de los últimos artículos que he leído… (El Poder de lo pequeño, Raimón Samsó, 20  oct 2013 EPS).

El autor trata de argumentar cómo son precisamente nuestras pequeñas elecciones, esas que se acumulan día tras día y componen nuestra rutina, las que marcan una gran diferencia en nuestra conducta y nos impulsan a conseguir grandes logros… Sin duda, lo que más me ha fascinado del artículo es cómo a través de una visión positiva de la constancia y de una puesta en valor de la motivación como combustible mental, el autor consigue reivindicar el tan malogrado valor de la rutina.

No recuerdo desde cuando la constancia y la rutina llevan acompañándome y definiendo mi conducta. Incluso en las etapas más joviales de la vida, donde todo parece querer revelarse empujándonos hacia una justificada y coloquial indisciplina, nunca he conseguido alejarme de ellas, nunca han conseguido adentrarme en el desorden propio de esos años donde no hay reglas y en los que parece valer todo…

Tal vez desde la excusa fácil y la osadía de quién se cree ubicado en el camino correcto,  he intentado siempre convertir la defensa de estos valores en parte de la identidad que define mi actitud. Supongo que porque nunca me ha costado “defender” aquello que me identifica, aquello que soy.., incluso a pesar del efecto que a contracorriente parece impulsarnos a descolocar de vez en cuando nuestras vidas como una especie de cautelosa preparación..(no sé para qué…)

Desde aquí me presento como la más fiel defensora de una vida coloreada por la constancia, una vida pautada, pausada… dibujada por los extraordinarios hábitos que nos acercan cada día a la felicidad de lo más sencillo…, por unas conductas elegidas y definidas desde la riqueza emocional, unas costumbres constantes que nos ofrecerán conseguir todo aquello que nos propongamos…








miércoles, 2 de octubre de 2013

Mujer del Renacimiento..

Curiosamente hace unos días, alguien muy especial para mí me comentó…”..vaya, te estás convirtiendo en una Mujer del Renacimiento…”. Y aunque a priori estas palabras tal vez no parezcan el mejor “regalo” que se podría hacer a los oídos de cualquier mujer, se convirtieron en unas de las más hermosas que me han dicho jamás…
 
No puedo negar que en el momento de necesidad creativa y crecimiento personal en el que afortunadamente me encuentro, poder oír esto, poder mostrarme y que me vean de esa manera, es una gran satisfacción para mí.

Siempre nos dicen, no decimos, que nuestro comportamiento debe de ser coherente con lo que somos, con lo que pensamos, con lo que sentimos…nuestra vida ha de ir en todo momento hacia el camino personal que cada uno voluntariamente decide recorrer… Nuestra actitud, nuestras palabras, nuestras miradas.. deberían ser fácilmente identificables por la gente que nos rodea, por los que nos conocen y por los que, sobre todo, más nos quieren…Pero esto no resulta a veces fácil y en demasiadas ocasiones nos dejamos llevar por circunstancias, por intereses que llegan a confundirnos el camino…

Tal vez por ello me esfuerzo en valorar con admiración a aquellas personas que son reconocibles siempre, ante cualquier realidad, en cualquier escenario de sus vidas, incluso con independencia del nivel de relación que se tenga con ellas. Esas que no te hacen sentir nunca una sorprendente decepción por una respuesta no esperada o un comportamiento inconsecuente..

Me alegra seguir siendo capaz de mostrarme a los demás tal como soy, y sobre todo, que hayan podido reconocer, a través de mis nuevas inquietudes, a mi verdadero yo…

(Cristina, bss!)


Si una mujer tiene la capacidad de leer y escribir bien, automáticamente adquiere un status único por su condición, no importa si se trata de una dama o de una cortesana (cfr. Servadio, 2007: 30)