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viernes, 22 de mayo de 2015

Cinco años.



Cinco años sin hablar de Ti. Sin volver a emocionarme, como con el corazón helado, como con el alma ausente. Con los sentimientos interrumpidos, latentes, cuidando cada día porque no despierten, porque no incomoden ni hagan aún más difícil, si cabe, mi involuntaria ausencia. No sé hasta cuándo seguiré añorándote. No sé hasta cuándo durará esta espesa melancolía que el sonido de los cohetes y las campanas me traen puntuales cada año.


A veces busco justificar tanta coincidencia. Busco entender por qué después de haberme acercado tanto a tus lugares, me siento más alejada que nunca. Sé que al menos me queda el alimento del anhelo de despertar de este mal sueño algún día. Que la brisa de tu mañana me renueve la ilusión y las ganas de TÍ, que me traiga nuevas vivencias, nuevas emociones, nuevas estampas. Quizás como las ya vividas, como esas que recuerdo ahora mientras deambulo entre contradictorios sentimientos. O tal vez distintas; pero ojala que impregnadas simpre de la misma magia, de la misma ilusión de niña con la que ahora imagino haberlas vivido, de la misma emoción por volver a verte, por volver a cantarte.


Mientras permaneceré esperando, paciente, con el sosiego y la calma de quien espera bajo la sombra a que pase el calor del intenso verano. Deseando que todo vuelva de nuevo, que TÚ otra vez me sorprendas, y que lo que tenga que venir lo haga siempre impregnado de tu dulce mirada.




Cinco años sin hablar de Rocío.