He necesitado tocar fondo para
volver a escribir, sentirme agotada, con los pensamientos usados y las ganas
mal empeñadas a cambio de un sorbo de agua que me aliviara los años de camino.
Ha pasado mucho tiempo desde
la última vez contigo, folio en blanco y alma desnuda, ganas de vivir y
expresar, de conocer, de conocerme, de encontrar no sé dónde lo que no
encuentro en lo que nos hacen llamar realidad.
Y de nuevo una frase
inspiradora, unas palabras suficientes para despertarme, para admitir mi
curiosidad hacia lo que desconozco, hacia lo que nunca he sido, hacia lo que no
he querido dar lugar ni tiempo en mi ordenada y controlada existencia.
Tal vez sea el momento de dejar
las preguntas sin respuesta, de dejar de buscar un motivo o una excusa, de dejar
pasar dentro cuando llamen a la puerta, de conocer y reconocer más allá de lo que
ya entiendo como mío, de arriesgar, de probar, de dar infinitas oportunidades a
los trenes con retraso.
Solo así volverá el caos que
nunca me he permitido tener, el desorden que hace que el invierno se vuelva
primavera y la sal caramelo; las sorpresas que avivan el nerviosismo, y la impaciencia
que agitan el corazón hasta hacerlo palpitar sin orden ni conciencia.
Ya sé que es lo que
necesito, lo que quisiera en mi vida, caos.
No quiero coincidencias, ni
hacer lo que toca, ni estar donde todos esperan. Quiero saltar al otro lado de las vías, comenzar una nueva escalada a una nueva cima, apostar
una y mil veces, tener miedo, dejar por una vez de conducir el barco para
sentarme en la orilla y dejarme salpicar por las olas…
Ya sé que es lo que
necesito, lo que quisiera en mi vida, caos.
“Qué
vida tan civilizada llevamos. Tan correcta, tan controlada. Todo en orden y a
salvo, todo en su lugar. Ahí estamos, mejoramos, ordenamos. Y casi nos lo
creemos”
(Robert
Drewe, 1943)
No hay comentarios:
Publicar un comentario