Visitas

lunes, 26 de agosto de 2019

Caos.


He necesitado tocar fondo para volver a escribir, sentirme agotada, con los pensamientos usados y las ganas mal empeñadas a cambio de un sorbo de agua que me aliviara los años de camino.

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez contigo, folio en blanco y alma desnuda, ganas de vivir y expresar, de conocer, de conocerme, de encontrar no sé dónde lo que no encuentro en lo que nos hacen llamar realidad.

Y de nuevo una frase inspiradora, unas palabras suficientes para despertarme, para admitir mi curiosidad hacia lo que desconozco, hacia lo que nunca he sido, hacia lo que no he querido dar lugar ni tiempo en mi ordenada y controlada existencia.

Tal vez sea el momento de dejar las preguntas sin respuesta, de dejar de buscar un motivo o una excusa, de dejar pasar dentro cuando llamen a la puerta, de conocer y reconocer más allá de lo que ya entiendo como mío, de arriesgar, de probar, de dar infinitas oportunidades a los trenes con retraso.

Solo así volverá el caos que nunca me he permitido tener, el desorden que hace que el invierno se vuelva primavera y la sal caramelo; las sorpresas que avivan el nerviosismo, y la impaciencia que agitan el corazón hasta hacerlo palpitar sin orden ni conciencia.

Ya sé que es lo que necesito, lo que quisiera en mi vida, caos.

No quiero coincidencias, ni hacer lo que toca, ni estar donde todos esperan. Quiero saltar al otro lado de las vías, comenzar  una nueva escalada a una nueva cima, apostar una y mil veces, tener miedo, dejar por una vez de conducir el barco para sentarme en la orilla y dejarme salpicar por las olas…

Ya sé que es lo que necesito, lo que quisiera en mi vida, caos.


“Qué vida tan civilizada llevamos. Tan correcta, tan controlada. Todo en orden y a salvo, todo en su lugar. Ahí estamos, mejoramos, ordenamos. Y casi nos lo creemos”

(Robert Drewe, 1943)

No hay comentarios:

Publicar un comentario