Durante demasiado tiempo me he resistido a volver a escribir aquí mis reflexiones. No sé si porque con la edad me va venciendo la pereza o es la desesperanza la que, como niebla espesa, va apagando todo intento de luz. Me ha movido todo este tiempo un pesado silencio a pesar de que la realidad con la que convivo, no ha dejado ni un solo día de llamar a la puerta de mis pensamientos ni de incendiar los principios y valores que me sustentan.
Pero quizás el dolor ajeno, el que sufren las personas a las que más queremos se convierte siempre en el mejor revulsivo para despertar cualquier corazón adormilado, cansado y a ratos distraído. Y es que, como titulo esta reflexión, la maldad no contaba con el amor.
No es posible que acaben ganando los malos. No podemos acostumbrarnos a la maldad.
Recientemente escuché cómo el cantautor Manolo García intentaba con sus palabras alentar nuestras conciencias, animarnos a romper el silencio y a reivindicarnos sin miedos. Y era emocionante escucharle hablar con admiración del ser humano, de esas personas que te abrigan, que “abrazan al mundo”, que te iluminan la vida, y cómo desde el amor, resisten cada día los golpes de esos "otros" saturados de maldad, de falta de humanidad, que te pisan el cuello y trabajan en ahogar y acallar el alma de los que no piensan o no son como ellos.
Ahora más que nunca necesito buscar y escuchar personas así, bellas, llenas de luz, de amor, sentir que existen, que siguen siendo mayoría, personas que seguirán hablando y sonriendo a la vida aunque montañas de intereses, casi siempre ilícitos y particulares, pretendan silenciarlos.
(Autor: M. García)
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