Estoy empezando a confiar en las
coincidencias que nos regala nuestro día a día…
Desde hace tiempo deseaba escribir,
y con ello reflexionar, entre otros temas, sobre uno de los fundamentos que
posibilitan todo crecimiento personal y sobre la magia que reside en todo proceso de cambio. Necesitaba tratar de
explicar lo que puedes llegar a sentir cuando a través de la aceptación incondicional, alcanzas ver
la realidad y la vida desde un nuevo horizonte. Cuando creemos de una forma convencida,
que todos los que nos rodean poseen bondad y merecen nuestro respeto y
aceptación por el simple hecho de ser personas, entendiendo que sus malos actos
son solo fruto de momentos de confusión y de una especie de “transitoria locura”
que nosotros mismos hubiéramos experimentado si nuestras circunstancias
hubieran sido idénticas..
Entenderéis que no he podido más
que recurrir sin excusas al papel, más aún después de oír hace unos días una
entrevista en la que se hablaba de la figura de Gandhi como unos de los más valorados
ejemplos de lo que se puede llegar a lograr a través de esa aceptación y amor
incondicional a los demás...En ella se explicaba casualmente, cómo fue capaz de
lograr la independencia de la
India, en una época convulsa, de una forma admirablemente
pacífica... Gandhi defendía ese amor incondicional, a todos y a pesar
de todo. A pesar de las circunstancias negativas amaba y valoraba a su
“enemigo”, y así se lo hacía saber pacientemente una y otra vez. Sólo así llegó
a conseguir la aceptación recíproca y con ello, su generoso objetivo.
Admito que conseguir esto es complejo
y difícil, pero al mismo tiempo alcanzable por todos.. Todos deberíamos
esforzarnos por trabajar nuestra
conducta, nuestra actitud, nuestros pensamientos…deberíamos tener al menos
alguna vez la inquietud de intentar experimentar vivir la vida bajo este
prisma, querer relacionarnos bajo este lenguaje que tanto nos merecería la
pena…
Cada día estoy más convencida de que
es esto precisamente lo que nos hace libres y lo que nos posibilita sentirnos plenos…Con
nada he sentido mayor felicidad que cuando he logrado seguir “amando”, seguir
“aceptando”… a pesar de hacerlo a contra corriente y ante un camino plagado de
dificultades…
Sé que nada me ha hecho más libre, se que con nada seré tan feliz…
Es al conectar alma y pensamiento, corazón con razonamiento, cuando somos capaces de comprender, de sentir seguridad en nosotros mismos y de sentir lo libres que podemos llegar a ser...de ahí a la felicidad...queda poco. Esa es la "magia" que sentimos y que todo el mundo debería apostar por sentir...
ResponderEliminarQué decirte que tú no sepas ya...eres un amor!!!!
ResponderEliminar