Visitas

lunes, 25 de abril de 2016

Escribir.



…“Escribir es una manera de acariciar desde lejos”.  Leí esta frase hace unos días y me pareció muy reveladora. Quizás porque resume lo que tantas veces me impulsa a sentir la necesidad de escribir aquí, de expresar con palabras los sentimientos y emociones que a veces me causa la ausencia, de evocar la pasión y el calor que me roba la soledad del camino. 

No pretendo volver a los días de nostalgia, ni recrearme en utópicos anhelos donde sé que no reside la felicidad. Pero sí que a veces sé que necesito rodearme de caricias, sentir la magia de los besos, la emoción de una ávida mirada. Porque si maravilloso es oír o leer bellas palabras, más aún lo es el regalo de cerrar los ojos y dejarse mecer por el mar de las sensaciones y los sentimientos compartidos. Nunca deberíamos quedarnos con besos no estrenados. Nada nos debería frenar las ganas de querer, de abrazar, de rozar, de acariciar a esos que nos hacen sentir vivos, que nos erizan la piel con una simple mirada, que nos hacen soñar de día y suspirar de noche. 

La vida es un dulce bocado y merece que nos entreguemos a ella sin condiciones, sin miedos. Conseguir que nada nos frene las ganas de encontrar pasión y entusiasmo en todo lo que hagamos. Permitirnos mostrar nuestro corazón con cada gesto, ser capaces de querer y amar más allá que lo que la desenfrenada realidad nos permita. Pocas cosas encuentro más terribles que tener la sensación de vivir tras un cristal, que vivir dejando nuestros sueños por cumplir, que vencernos a los miedos que nos paralizan y nos enturbian nuestros deseos.

Siempre deberíamos rendirnos al amor, a la tentación de ser valientes y desear  aquello que nos apasiona, dejarnos envolver por la magia que trae lo inesperado y creer que lo que nos quita el sueño siempre se puede hacer posible…



1 comentario:

  1. EL POETA PIDE A SU AMOR QUE LE ESCRIBA

    Amor de mis entrañas, viva muerte,
    en vano espero tu palabra escrita
    y pienso, con la flor que se marchita,
    que si vivo sin mí quiero perderte.

    El aire es inmortal, la piedra inerte
    ni conoce la sombra ni la evita.
    Corazón interior no necesita
    la miel helada que la luna vierte.

    Pero yo te sufrí, rasgué mis venas,
    tigre y paloma, sobre tu cintura
    en duelo de mordiscos y azucenas.

    Llena, pues, de palabras mi locura
    o déjame vivir en mi serena noche
    del alma para siempre oscura.

    Federico García Lorca

    ResponderEliminar