Todos somos susceptibles de que en cualquier
momento nos pueda suceder cualquier cosa, desde la más horrible o la más
increiblemente maravillosa; lo que ocurre, es que las maravillosas (que
son las que predominan siempre aunque no siempre lo veamos), las
presuponemos como lógicas en nuestra vida, mientras que las horribles, las
definimos frecuentemente como “injustas”.
Recuerdo que hace poco leí un artículo sobre el
atentado de las torres gemelas. En él, un reconocido psicólogo exponía cómo lo
que más les estaba costando superar a las víctimas, no era el hecho puntual que
vivieron el día de la tragedia (los muertos, el pánico del momento, el
caos...), sino que a partir de ese momento, su concepto de vida cambiaría, se
dieron cuenta que habían perdido para siempre la inmunidad de la que
creían gozar. Ahora tendrían que volver a aprender a vivir desde esta nueva
visión… Difícil tarea…
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